lunes, 8 de noviembre de 2010

Está ahí

Asomate a la fosa común de ojos
y que tu comandante en el parabrisas
este ahí.
Tatuá constelaciones de vuelo de estrellitas
en la sábana de piel como en el lienzo
del aire de fin de año.

Qué mentira lo que amontonamos.
Si mientras la cara titila
siempre un lado se pierde en la foto.
Y hay paredes atrás de muebles,
papel fotográfico,
una mano.

Los durmientes conspiran,
siempre a cara cubierta.
Se ríen de tu punto ciego,
en una soberbia marginal.

martes, 19 de octubre de 2010

¿Eh?

Luz recalentada:

Es todo tan volador que el mundo es olas.
Todo menos la suela del zapato estaba en la orilla del aire, cuando un barrefondo gigante nos hizo notar que eramos el fondo y que nuestro aire era
líquido para alguien. Pastaba las casas del barrio. Todas esas en las que nunca había entrado. Cuántos sillones nunca entrarían en mi catálogo mental de sillones. Cuántas dinastías de olores se habían perdido, y de un mordiscón encapuchado y se enterrado vivas. En el aire las palabras se licuan, se hinchan y se pegotean, como fideos pasados a la velocidad de la chispa. La secuencia es siempre la misma: Se arma la nube sin saber cuando se armó, se deforma y puede ser cualquier cosa mientras siga desintegrandose a llantos y roces y kilómetros, hasta que se le camufle la sombra tanto hasta ser suelo, osea olas.
Ahora de nuevo estoy sordo, en la orilla, haciendo milanesa. Como un cerdo revolcado y contento, adicto a las arcadas, al anuncio permanente de una cadena de acordes que se hunde en el agua, donde cada eslabón que se saca arruga el agua y le frunce la cara, la concentra y encuentra siempre un acorde más tenso que el anterior. Esperando que todo colapse con el tapón. Desde la orilla, eso sí. Convencido de que hay tantas formas en las nubes como en las milanesas.

jueves, 14 de octubre de 2010

Circulá

Se incendió un auto en Olavarría. Gente más importante usa remeras sin corpiño y hasta se le ven los pezones. Algunos chupan sangre pero de verdad. Hay balas que se oxidan en el cargador, otras vigilan a un taiwanés vacío a través del telescopio del nuevo dios, otras extinguieron algunas especies sin poder saberlo y otras no existen.

Lo que fue, lo que pudo ser y, aunque alguno no lo acepte, lo que no va a ser, barren, acumulan, y de alguna forma largan lo más liviano a volar con los pedazos de piel muerta que nunca terminan de caer, brillando a trasluz, por el haz de una ventana sucia con algunos bichos pegados y otros perseverantes.

El presente corre a lo bruto y empuja a la banquina de su camino por la cuerda floja a todo lo que se le cruce. Con espacio para uno el resto cae al limbo de las infinitas cuerdas flojas. Y así como uno es el único obstáculo para ver el infinito en dos espejos de frente, como los ojos se tapan a sí mismos, cada cuerda es una fibra de otra más general, donde cada una se puede sentir, como mucho, como una célula que funciona de otra forma, suponiendo, obviamente.

Lo que si, siempre circulá. Aunque no tenga sentido, desesperate cuando veas que no viene el colectivo, desesperate cuando otro se le ponga enfrente y parezca que no va a parar. No busques un banco a mitad de cuadra. Los codos en el bazo son brazos de rompecabezas (querés encajar, supongo). Y siempre sonreí, porque está mal no saludar, está mal pensar que a veces no tenés nada que decir, está mal pensar que ninguna charla va a ningún lado porque hasta con eso tirás al limbo las ganas de los demás. Y más o menos podés adivinar por dónde van a aparecer. A vos también te van a empujar y también más o menos sabés por dónde vas a aparecer.

¿Y ahí que va a pasar? El limbo va a perder su aleatoriedad, porque circular… Bueno, etimología.

Entonces un “¿Qué pensás?” encierra. Las posturas encierran. “Estructura” es peyorativo pero hasta las amebas tienen un código, y un ciclo. ¿Y los escépticos? Por favor… Después viene entrar en conciencia. ¿Qué es entrar en conciencia? Si todos se terminan pintando de colores, eligiendo como se elige una porción de pizza, ser consciente de que se tiene conciencia es creer hablar en grillo, es decir que cuando un perro ladra dos veces quiere que le acaricien la oreja.

Entonces la consciencia de la existencia es egoísmo.

Alguien diría que quien afirma tanto en tan pocos párrafos no es más que un idiota ilustrado.

Pero el círculo sedujo, y como todo, cansó.

viernes, 8 de octubre de 2010

El árbol de Teneré

En medio de la nada, vive con el orgullo de un grano de la espalda, con la modestia de un lunar, con la magia de una luz roja en el borde del punto de vista. Ya el mal de ojo puro del sol es inocuo. Aunque todos los ojos que pasan por el ganjes estén igual de apagados, son como el agua del vaso de plástico en la que se lavan los pinceles. Y reposada el agua, sin agitarla, vuela. Pero en el ahora siempre hay agua. Esa acacia la consigue a espaldas de un sol sin espalda.

Según entendia, hasta donde el polen podia ir y volver como para contarle, el viento le llegaba puro, y la sombra era un reloj, y no sabia lo que era un reloj.

Según entendía estaba solo. Y si algo sabia era que lo peor es estar solo, sentirse solo. Será una retroalimentación. Será que existir es algo que se debe justificar con la existencia misma. Hasta la nada, que sí existia, aunque sea solo para ahogar su polen en el mar de granos de arena sin cara, venía con instinto de supervivencia. Por lo menos había Némesis, por lo menos había simbiosis. No le chillaban los dientes del ruido interminable, no tenía dientes. Pero el pitido no paraba, era la luz de un corral y no sabía por qué pero lo hacía comer más y más maiz hasta reventar.

Reventaba y era un invierno nuclear. Destrucción, el silencio posterior a la destrucción, viento seco y muerto lleno de nada. Paz. El big Bang es un espasmo en las manos del crupier, llueven cartas. Antes eran reversos rojos en las manos de alguien que conspira, ahora están expuestas. La cura para el vertigo cronico insoportable de la pelicula empezada era ese big Bang.

La lluvia se congelaba mucho antes de caer y la podía ver. O eran granos de arena que pudieron mas. Vio que había un pelado con un bulldog tan solo como el, escucho historias de la boca de los fondos de los vasos, un sauce llorón en una carcel de un metro cuadrado pintado de blanco, y hormigón relamiéndose de solo pensarlo. Había gatos cruzando medianeras sin pensar, sin poder pensar. Habían cosas de espalda, cosas flacas, cosas blandas, ojos cerrados que ven dibujos de neón, dibujos de neón diciendo que son nubes de la imaginación, nubes grises con bordes blancos y brillantes que nunca llegan y van hacia él. Y un fondo negro. Sin la rugosidad del lado interior del párpado, sin la invasividad de la oscuridad, sin la heterogenia de cualquier negro artificial. El negro es ausencia, es sabido.

Lo que no es sabido es la ausencia.

Y así pasa el día un árbol con nombre propio.


Otro tipo de zorras

Las veredas son muy altas. busque un reloj pero tengo mangas.
Las muñecas sonrien porque no les queda otra.
o esperan una lupa y ser un alud de lava para una colonia de hormigas.
La noche si es que cubre hace inutiles los toldos.
cubre como una gabardina, y abajo en pelotas.
cubre de bolsillos ocultos en los puntos ciegos de los musculos.
mapas de arrugas y lagunas de barro.
un abrigo con memoria de calor y sensores de color.
un abrigo vivo, enchufado a los bichos que andan por el interior,
por la vez esa que abri el forro y los deje entrar
y siempre que despierto hay un pitucón.
y olor a cuero, y a vomito y a vino procesado.
y hay olor a enumeracion, y a sospecha.
hay ojos en los arbustos de hormigón.
los bichos corretean, vivo de masajes.
pero se volvieron salvajes.
marabuntas que raspan en orbita,
mareas de calor, pies dormidos,
dedos traicioneros, espalda oxidada.
el ciclo de las mil patas pisoteando,
si, se volvio un ciclo.
y las veredas siguen siendo altas.
van a ser altas para siempre.
altas y cerradas. los durmientes estan verdes.
los durmientes son siempre verdes.
y los rieles son un camino de hormiga.
un poco de tierra pero siempre la misma.

lunes, 4 de octubre de 2010

Crear de la nada

Una vez pude ser ganesh y lo fui.
y tenia una historia para contar,
y la conte.
y los dedos eran un bosque
con raices que se hundian y se hundian
y florecian lava.
contestaban las preguntas mas tacitas,
lazarillos del alma.
en lenguas sin lengua, sin olor a aliento.
eran viento recien nacido,
creado de la nada.

mientras, el sacrificio.
una ronda embobada, hipnotizada
con el fogon principal,
que se alzaba entre las copas
en un juego de artificio.
dibujos en el aire,
es la voz del humo de los cuerpos ardiendo.
se abrieron puros y los poseyeron.
y la ronda estaba ahi,
viendo.

una cucharada de poder.
un momento al rojo.
los dedos son ojos,
son bocas,
soy dedos,
hasta desaparecer.

sábado, 2 de octubre de 2010

lo que dejo el calamar

el barco iluminado atrajo al calamar, el gran calamar.
sus labios son distintos a los que conociamos,
diria que un poco mas de lo que esperabamos.
su ojo es el mas grande y no le importan las proporciones
no le importa nada, es un calamar, no le importa.
se lleva motores, piezas jodidas de conseguir,
perdidas millonarias, no le importa.
se lleva tripulacion, perdidas de tiempo,
una carrera interminable a los labios del calamar.
no le importa.
se lleva el barco, se hunde por el boquete,
un agujero chico pero indestructible.
no le importa.
despues caga un chorro de tinta
un puchero de lo que no importa