sábado, 31 de julio de 2010

Colección Otoño-invierno

Me recluyo y acoso tu figura hirviendo
buscando siempre la trama perfecta
para el retorno glorioso
de un perro que nunca existió.

viendo el mundo desde mas arriba,
siendo parte de otra vida.
hacer y no pensar en pensar;
tomar, no desear, eso seria.

pero algunos somos de maceta
y aunque el mismo aire nos mueva el pelo
y nos piquen los mismos revuelos
no hay misma tierra ni mismo cielo.

cree que hace poco me di cuenta
que aunque tus ojos lo desmientan
y una sombra libre disfrace tu piel
no todo es como se cuenta

podes querer estirar tu rama
directo a tu maceta mas cercana
y hasta a veces podas tus manos
por una causa que crees noble:

crees que tus brazos de roble
todo lo que tocan lo destruyen,
y así tu tierra es tu maceta
donde estaban todos, donde todos huyen.

domingo, 25 de julio de 2010

Ramble on

Sobreexigida, cansada de que abuse tanto de ella como si fuese su juguete favorito de turno, pide de rodillas que la deje refugiarse en la acogedora sensación de flujo. Ruega porque los pálpitos, las ideas y las expresiones no dependan de ella por un rato, para dejar que la tomen de la mano y la lleven a pasear por los reconfortables campos de lo esperable, donde el horizonte es sólo un fallo de la memoria. Él busca convencerla de la belleza del juego eterno, busca que ame el privilegio de su condición (o mejor dicho, no-condición). Ella puede hacer de cuenta que es dios, puede volver el cuarto de juegos un plasma infinito, estirar la mano y tirar del horizonte que quiera, para ver que sin darse cuenta creó otro. Quiere hacerla entender que el flujo no existe; que no pesa, no mide, no quema ni duele; no es, pero puede asomarse en ese juego eterno, en dejarse ser.

miércoles, 21 de julio de 2010

Al espejo

Dirigiendo al jarro, desde millones de años luz de distancia, un navegante es audiente de la novela de la rutina. Siente los impulsos a través de cables con temperaturas y sensores de presión, y así, casi dirige la acción. Pierde el control cuando deja pasar un segundo sin actuar; es que, a veces, le parece como si existiera una especie de delay. ¿Y el eco? Le llega, como si sonaran en una catedral, tañidos que llegan adentro suyo, hasta su zona abisal. Y Lo aturden, junto con los repiqueteos del planeta que más ve, los tañidos de planetas menos civilizados mediante más se alejan del planeta clave. A mayor distancia, menos civilizados; a mayor distancia más débiles sus tañidos. Lo mismo ocurre del otro lado de la órbita pero a mayor distancia, más civilizados; a mayor distancia, más débiles sus tañidos. A veces se deja guiar por los tañidos y la interferencia de esos planetas, pero sabe que si pasa eso, el planeta clave se descuidará y degradará. Cada tanto olvida esto, que es la norma principal de su misión, pero de tanto en tanto vuelve a poner los controles donde debían, retoca para emparejar al planeta clave y lo deja como está. Cada tanto olvida que está parado donde ve en la novela que siempre mira, oyendo voces de millones de kilómetros de distancia, y que no tiene tubos que lo distancien de la textura del mundo. Olvida que se siente en una galaxia lejana cuando está en realidad sentado en otro lugar. Olvida que así puede seguir muchas novelas para así poder estar en realidad parado en cualquier parte del todo. Recorre el universo olvidando, y a la vez viviendo diferentes vidas a través de su pantalla para cada tanto volver a situarse en su novela favorita, su amor de la vida reciclado que siempre vuelve para hacerlo querer refugiar en sus otras vidas plásticas. Y todo esto ve el navegante cuando mira su verdadera nave reflejada en los portales al otro infinito. Y el navegante sólo fue una novela de turno cuando alguien situado en su propio planeta clave, se miró al espejo.

Ser

Si te dijera que puede que muera
cualquier día, en cualquier momento,
y que a fuego lento yacen estampidas
que abrazo el calor contento
y que él abraza mi intento,
¿Qué pensarías?

Si cortaras en dos mi mirada,
entre perdida y amamantante
de significantes, creo que verías
que me ciega el turbante,
donde el ser se alza triunfante.
¿Escaparías?

lunes, 19 de julio de 2010

Los sueños del sapo

Y de repente desesperado pensás:

¿Hasta cuándo voy a poder seguir hablando para nadie?
¿Hasta cambiar un discurso
y recordarlo como absurdo?
¿Hasta quedar en silencio
hablando muy bajo y para adentro?
El motor sigue corriendo
y no sé cuánto tarda el tiempo
Algo te va a comer
y corrés y corrés.
No es de fiar el encanto del sueño.
Mi voz lo dice, no hay dueño.
Rendite en mis brazos y sabé
que ya no hay nada que temer.

domingo, 18 de julio de 2010

Uno

Tal vez, sin una visión de la forma ideal que busco al escribir, me sea más fácil remontarme. Y tal vez, sobre la marcha aparezca como de la nada o en el último punto, dándole sentido a todo lo que hasta ese momento venía colgado de la nada. O simplemente quiera llevar una bitácora de la vida de bichitos que comen y comen de a poco mi consciencia.
¿Dar forma o seguir?
¿Qué pasará cuando uno rompa con el aire? Su respiro de alivio podría confundirse con la explosión del único agujero en un globo a punto de estallar. Como un estornudo. Imposible cerrar los ojos. Y mientras, las partes se van pegando a palabras, traduciéndose en códigos hablados en ésta dimensión, la de la realidad. La verdad será otra cosa. Será sólo una palabra usada para definir lo indefinible. Una muy precaria cárcel de letras para una avalancha de silencio. Y, desesperada, intenta encerrar entre sus seis letras a un ente de la otra dimensión, esa que sólo quiere que arañemos desesperados su superficie, casi burlándose por no encontrar la forma de hacer entender que hay cosas que estarán sumergidas por siempre, lejos de manos que se asirán desesperadas hasta que se comprenda lo bello que es lo inefable.