jueves, 30 de septiembre de 2010

Tacos en el parquet

Soy un vegetal.
Crezco para el arriba de la gravedad,
en el invernadero, con el sol artificial.
Los tacos en el parquet,
esos tacos en el parquet
baten la manta roja.
Hay que contener.
Pero no se calla…
Si Clapton metiera un yeite…
Un solo yeite de vez en cuando.
Pero no se calla.
Hay que contener.
El globo se tensa, quiere explotar,
pero es el ruido del soplo que tira de su cuello
y se hace silbido agudo,
chifla y chifla, llama y quiero ser mudo.
Los ojos en piloto automático,
fijos en el vidrio cascoteado,
un poco más acá de esas pupilas sin valor.
La boca hace la coreografía y se va.
Solo de Clapton.
Los tacos en el parquet,
esos tacos en el parquet…
Gusto a nada, arránquenme la boca,
orejas que flotan a la merced de lo que les toca.
La lengua se seca con el diente rayado,
sólo quiero estar solo, callado.
Y vos también. Cerrá el orto por favor.
Ahora de verdad escucho
tacos en el parquet…

lunes, 27 de septiembre de 2010

Huevos son huevos

Cara de huevo, la raja del cascarón empieza lejos de esta oración.
El arpa de pelo fue la pared que hizo eco en un diálogo interior.
Cara de huevo, que haya embrión.
Será ahora parte de las historias de cajón.
Lisos, insulsos, arroz de un martes,
sentados entre una gruesa, en un furgón.
Cara de huevo, en la mesa, en posa huevos de intención,
si empezara de nuevo, lo único que cambiaría sería el vagón.
Aborto a la imaginación.

martes, 21 de septiembre de 2010

Abrojo

Las cosas empiezan a mostrar sus poros. Los abren y explotan como la pava silbadora viciando el aire. Y como ves los rayos a través de la nube de humo, lo invisible empieza a cobrar forma. El aire no se solidificó del todo pero hay de qué agarrarse. El mundo se cubrió de velcro y ahora se ríe de la gravedad.
Se ríe de la gravedad que etiquetaba otros momentos. La gravedad de buscarle más razón a los adornos que la de haber inventado la palabra capricho. La gravedad de que la piel muerta que te arranca la fricción del movimiento se extraña pero no se la reconoce empapelando el mundo, todavía con poros.
El velcro da de los mejores regalos y hasta te presta sus ojos.
Y ahí lo ves; un insecto enorme sobre el colchón. Retorcido y aplastado. Como la cucaracha, con el cerebro repartido hasta en sus patas. Hecho de ojos, de vellos levantados, de jugo chicloso. Espera que lo vengan a buscar. Las patas, tiradas al azar, se contorsionan de vez en cuando, se flexionan en espasmos alevosos, se recuerdan constantemente dónde está cada una. El insecto, con cada uno de sus diez corazones, con su cerebro licuado por el cuerpo, con los ojos del velcro caleidoscopiando las paredes sosas, va a mil. Puede estar en todos lados a la vez pero no puede dejar de pensar en quemar sus párpados. Y cuando esto era lo peor tenía la llama seduciendo sus dedos.
Y no para de pensar que nadie nunca va a estar ahí, que no importa lo que se diga porque hubo una vez un plano, un punto de vista, que nada va a describir o a descubrir. Y ahora es un feto abandonado, ensangrentado, con sus historias únicas y su irreproductibilidad tirado en la banquina. Una anotación en el margen del propio notario. Extraoficial.
Y ahora es un pedazo de cohete que se desprendió en la atmósfera. Que vivió romper el cielo, con el celeste impuesto, pero no puede salir del negro. Hasta el día que muestre los poros. Pero los días sólo existen bajo el sol.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Insectario

A un paso de la fuga apunta el haz del foco,
El cepo del síndrome de Estocolmo.
El click de la luz del insectario
Es saber que es imaginario.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

A un paso de la reja patrullan las serpientes,
El cuento del tío menos inocente.
Los botones de diamante negro
Apuntan y dividen por cero.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

A un paso de la fuga está la cámara apagada.
Las sanas picaduras quedan varadas.
Ser la rémora de la ocasión
Parece ser la mejor opción.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

Voy a aprovechar para robar el aire puro
Que corre por esos balcones de letras.
Muy lento hace no con la cabeza,
Se esboza el trazo del enigma,
La sonrisa de la esfinge,
El canto de la trompeta
De la batalla perdida.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El nombre no significa nada

El caballo del triple tirano viene con todos los chiches y el estribo es la rima.
Signo de docilidad. Dominguea sin atravesar nada, solo desfila.

El ostentoso del bosque que quiso más y se hizo árbol de navidad, ya no es parte de él.
Mucho para describir pero poco por contar. Pocas cosas que no se puedan ver.

No había muescas suficientes en el caballo salvaje. Talló escalones en el cuero.
Perdió forma y sangre. Taló sus patas, su esencia, y cayó al suelo.

Fallan las anteojeras y se destapa el panorama. Acribillado de señales, el velo se desangra.
Riegan la tierra los escombros de la mentira. Exponencialmente crece la calma.

La terapia de enterrar las herraduras, respuesta al insulto de los repuestos.
Fundirse con las lenguas de lija, la sana erosión de estar expuesto.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Una burbuja

Soplando jabón esculpí el otro lado.
Con cimientos enterrados en el sueño,
la acrópolis, siempre donde tiene que estar,
fuera de alcance pero creo que puedo.
Los templos brillantes esperan vacíos
que siga su rastro de olor a nuevo,
que tire mis días por la borda,
que vomite todo el peso
Vuela la capa de polvo que corta la señal,
se vela el rollo y me enrollo en satén.
Brillo, terso, lejos del mal, de imaginar.

Soplando jabón me fui alejando.
Abducido por el grillo omniprescente,
que es cordón umbilical a una fosa común.
Con más periferia de la que se debe
se diluyen en agua los sentidos
y dejo que la gravedad me lleve.
Tiro mis días por la borda
a costa de que se eleve.
Vuela la capa de carne que corta la señal,
se vela el rostro y no quiero comer.
Brillo, terso, lejos del mal, de imaginar.

Soplando jabón me fui vaciando.
Se fueron moldeando esos gramos sobrantes,
que fueron luz propia y ahora sé reflejar
junto al sueño de otro más importante.