miércoles, 25 de agosto de 2010

Cascada de fichas

Un día sintio luchar en su nariz a los otros aires.
Viviré en una cascada de fichas pero creo ser feliz, dijo.
Salió corriendo. Sabía que, o empujaba y tiraba,
o esperaba a que apareciera alguien más cerca de la pared.
Todos seguían camino cuesta abajo,
en una sincronía perfecta, ¿Improvisada?
Es lo que se dá. En realidad eran sólo empujones.
Pero... ¿El último envión Dónde empezó?
¿Donde terminan los hombros?¿O más atrás?
Como para que entiendas...
Brazos fantasmas atan manos con espaldas,
y en cadena creen tirar de la más profunda de las anclas,
pero sólo son una recta en un pozo sin fondo.
Mientras, llueven fichas.
Buscando trepar por la lluvia, arañó la forma
y se volvió gota. Una entre muchas,
nadó siempre con su grano a cuestas.
¿Otra historia de estas?
Bueno... cayó, vio la luz; y cuando estaba por entrar,
de nuevo, desde el cielo, no reconocía nada.
Al final, en un cajón de una mesa ratona, se oxidaba.
¿Al final?

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