lunes, 8 de noviembre de 2010

Está ahí

Asomate a la fosa común de ojos
y que tu comandante en el parabrisas
este ahí.
Tatuá constelaciones de vuelo de estrellitas
en la sábana de piel como en el lienzo
del aire de fin de año.

Qué mentira lo que amontonamos.
Si mientras la cara titila
siempre un lado se pierde en la foto.
Y hay paredes atrás de muebles,
papel fotográfico,
una mano.

Los durmientes conspiran,
siempre a cara cubierta.
Se ríen de tu punto ciego,
en una soberbia marginal.

martes, 19 de octubre de 2010

¿Eh?

Luz recalentada:

Es todo tan volador que el mundo es olas.
Todo menos la suela del zapato estaba en la orilla del aire, cuando un barrefondo gigante nos hizo notar que eramos el fondo y que nuestro aire era
líquido para alguien. Pastaba las casas del barrio. Todas esas en las que nunca había entrado. Cuántos sillones nunca entrarían en mi catálogo mental de sillones. Cuántas dinastías de olores se habían perdido, y de un mordiscón encapuchado y se enterrado vivas. En el aire las palabras se licuan, se hinchan y se pegotean, como fideos pasados a la velocidad de la chispa. La secuencia es siempre la misma: Se arma la nube sin saber cuando se armó, se deforma y puede ser cualquier cosa mientras siga desintegrandose a llantos y roces y kilómetros, hasta que se le camufle la sombra tanto hasta ser suelo, osea olas.
Ahora de nuevo estoy sordo, en la orilla, haciendo milanesa. Como un cerdo revolcado y contento, adicto a las arcadas, al anuncio permanente de una cadena de acordes que se hunde en el agua, donde cada eslabón que se saca arruga el agua y le frunce la cara, la concentra y encuentra siempre un acorde más tenso que el anterior. Esperando que todo colapse con el tapón. Desde la orilla, eso sí. Convencido de que hay tantas formas en las nubes como en las milanesas.

jueves, 14 de octubre de 2010

Circulá

Se incendió un auto en Olavarría. Gente más importante usa remeras sin corpiño y hasta se le ven los pezones. Algunos chupan sangre pero de verdad. Hay balas que se oxidan en el cargador, otras vigilan a un taiwanés vacío a través del telescopio del nuevo dios, otras extinguieron algunas especies sin poder saberlo y otras no existen.

Lo que fue, lo que pudo ser y, aunque alguno no lo acepte, lo que no va a ser, barren, acumulan, y de alguna forma largan lo más liviano a volar con los pedazos de piel muerta que nunca terminan de caer, brillando a trasluz, por el haz de una ventana sucia con algunos bichos pegados y otros perseverantes.

El presente corre a lo bruto y empuja a la banquina de su camino por la cuerda floja a todo lo que se le cruce. Con espacio para uno el resto cae al limbo de las infinitas cuerdas flojas. Y así como uno es el único obstáculo para ver el infinito en dos espejos de frente, como los ojos se tapan a sí mismos, cada cuerda es una fibra de otra más general, donde cada una se puede sentir, como mucho, como una célula que funciona de otra forma, suponiendo, obviamente.

Lo que si, siempre circulá. Aunque no tenga sentido, desesperate cuando veas que no viene el colectivo, desesperate cuando otro se le ponga enfrente y parezca que no va a parar. No busques un banco a mitad de cuadra. Los codos en el bazo son brazos de rompecabezas (querés encajar, supongo). Y siempre sonreí, porque está mal no saludar, está mal pensar que a veces no tenés nada que decir, está mal pensar que ninguna charla va a ningún lado porque hasta con eso tirás al limbo las ganas de los demás. Y más o menos podés adivinar por dónde van a aparecer. A vos también te van a empujar y también más o menos sabés por dónde vas a aparecer.

¿Y ahí que va a pasar? El limbo va a perder su aleatoriedad, porque circular… Bueno, etimología.

Entonces un “¿Qué pensás?” encierra. Las posturas encierran. “Estructura” es peyorativo pero hasta las amebas tienen un código, y un ciclo. ¿Y los escépticos? Por favor… Después viene entrar en conciencia. ¿Qué es entrar en conciencia? Si todos se terminan pintando de colores, eligiendo como se elige una porción de pizza, ser consciente de que se tiene conciencia es creer hablar en grillo, es decir que cuando un perro ladra dos veces quiere que le acaricien la oreja.

Entonces la consciencia de la existencia es egoísmo.

Alguien diría que quien afirma tanto en tan pocos párrafos no es más que un idiota ilustrado.

Pero el círculo sedujo, y como todo, cansó.

viernes, 8 de octubre de 2010

El árbol de Teneré

En medio de la nada, vive con el orgullo de un grano de la espalda, con la modestia de un lunar, con la magia de una luz roja en el borde del punto de vista. Ya el mal de ojo puro del sol es inocuo. Aunque todos los ojos que pasan por el ganjes estén igual de apagados, son como el agua del vaso de plástico en la que se lavan los pinceles. Y reposada el agua, sin agitarla, vuela. Pero en el ahora siempre hay agua. Esa acacia la consigue a espaldas de un sol sin espalda.

Según entendia, hasta donde el polen podia ir y volver como para contarle, el viento le llegaba puro, y la sombra era un reloj, y no sabia lo que era un reloj.

Según entendía estaba solo. Y si algo sabia era que lo peor es estar solo, sentirse solo. Será una retroalimentación. Será que existir es algo que se debe justificar con la existencia misma. Hasta la nada, que sí existia, aunque sea solo para ahogar su polen en el mar de granos de arena sin cara, venía con instinto de supervivencia. Por lo menos había Némesis, por lo menos había simbiosis. No le chillaban los dientes del ruido interminable, no tenía dientes. Pero el pitido no paraba, era la luz de un corral y no sabía por qué pero lo hacía comer más y más maiz hasta reventar.

Reventaba y era un invierno nuclear. Destrucción, el silencio posterior a la destrucción, viento seco y muerto lleno de nada. Paz. El big Bang es un espasmo en las manos del crupier, llueven cartas. Antes eran reversos rojos en las manos de alguien que conspira, ahora están expuestas. La cura para el vertigo cronico insoportable de la pelicula empezada era ese big Bang.

La lluvia se congelaba mucho antes de caer y la podía ver. O eran granos de arena que pudieron mas. Vio que había un pelado con un bulldog tan solo como el, escucho historias de la boca de los fondos de los vasos, un sauce llorón en una carcel de un metro cuadrado pintado de blanco, y hormigón relamiéndose de solo pensarlo. Había gatos cruzando medianeras sin pensar, sin poder pensar. Habían cosas de espalda, cosas flacas, cosas blandas, ojos cerrados que ven dibujos de neón, dibujos de neón diciendo que son nubes de la imaginación, nubes grises con bordes blancos y brillantes que nunca llegan y van hacia él. Y un fondo negro. Sin la rugosidad del lado interior del párpado, sin la invasividad de la oscuridad, sin la heterogenia de cualquier negro artificial. El negro es ausencia, es sabido.

Lo que no es sabido es la ausencia.

Y así pasa el día un árbol con nombre propio.


Otro tipo de zorras

Las veredas son muy altas. busque un reloj pero tengo mangas.
Las muñecas sonrien porque no les queda otra.
o esperan una lupa y ser un alud de lava para una colonia de hormigas.
La noche si es que cubre hace inutiles los toldos.
cubre como una gabardina, y abajo en pelotas.
cubre de bolsillos ocultos en los puntos ciegos de los musculos.
mapas de arrugas y lagunas de barro.
un abrigo con memoria de calor y sensores de color.
un abrigo vivo, enchufado a los bichos que andan por el interior,
por la vez esa que abri el forro y los deje entrar
y siempre que despierto hay un pitucón.
y olor a cuero, y a vomito y a vino procesado.
y hay olor a enumeracion, y a sospecha.
hay ojos en los arbustos de hormigón.
los bichos corretean, vivo de masajes.
pero se volvieron salvajes.
marabuntas que raspan en orbita,
mareas de calor, pies dormidos,
dedos traicioneros, espalda oxidada.
el ciclo de las mil patas pisoteando,
si, se volvio un ciclo.
y las veredas siguen siendo altas.
van a ser altas para siempre.
altas y cerradas. los durmientes estan verdes.
los durmientes son siempre verdes.
y los rieles son un camino de hormiga.
un poco de tierra pero siempre la misma.

lunes, 4 de octubre de 2010

Crear de la nada

Una vez pude ser ganesh y lo fui.
y tenia una historia para contar,
y la conte.
y los dedos eran un bosque
con raices que se hundian y se hundian
y florecian lava.
contestaban las preguntas mas tacitas,
lazarillos del alma.
en lenguas sin lengua, sin olor a aliento.
eran viento recien nacido,
creado de la nada.

mientras, el sacrificio.
una ronda embobada, hipnotizada
con el fogon principal,
que se alzaba entre las copas
en un juego de artificio.
dibujos en el aire,
es la voz del humo de los cuerpos ardiendo.
se abrieron puros y los poseyeron.
y la ronda estaba ahi,
viendo.

una cucharada de poder.
un momento al rojo.
los dedos son ojos,
son bocas,
soy dedos,
hasta desaparecer.

sábado, 2 de octubre de 2010

lo que dejo el calamar

el barco iluminado atrajo al calamar, el gran calamar.
sus labios son distintos a los que conociamos,
diria que un poco mas de lo que esperabamos.
su ojo es el mas grande y no le importan las proporciones
no le importa nada, es un calamar, no le importa.
se lleva motores, piezas jodidas de conseguir,
perdidas millonarias, no le importa.
se lleva tripulacion, perdidas de tiempo,
una carrera interminable a los labios del calamar.
no le importa.
se lleva el barco, se hunde por el boquete,
un agujero chico pero indestructible.
no le importa.
despues caga un chorro de tinta
un puchero de lo que no importa

milagro!

sabes que? estoy por desaparecer
ya me paso dos veces y lo volvi a hacer
el enter cierra, martilla como un juez
parece una boludez
pero puedo hacerme el desentendido
alego demencia
para mi tiene sentido
solo ahora
solo esta vez

levante la piedra con musgo que tenia en la cueva del patio.
mas que una cueva era como un geiser de viento.
tantos bichos me tenian harto, y algunos metian miedo.
les puse algo que me vendieron, un milagro.
confie demasiado y ahora vivo encerrado
los bichos crecieron, se deformaron, los entiendo.
en el encierro, abajo de otra piedra con musgo,
en otro patio. sabes lo que era un milagro?
tengo otro sentido. siempre pensaba cómo seria otro sentido
y cómo explicarlo.
no es bueno andar pregonando milagros.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Tacos en el parquet

Soy un vegetal.
Crezco para el arriba de la gravedad,
en el invernadero, con el sol artificial.
Los tacos en el parquet,
esos tacos en el parquet
baten la manta roja.
Hay que contener.
Pero no se calla…
Si Clapton metiera un yeite…
Un solo yeite de vez en cuando.
Pero no se calla.
Hay que contener.
El globo se tensa, quiere explotar,
pero es el ruido del soplo que tira de su cuello
y se hace silbido agudo,
chifla y chifla, llama y quiero ser mudo.
Los ojos en piloto automático,
fijos en el vidrio cascoteado,
un poco más acá de esas pupilas sin valor.
La boca hace la coreografía y se va.
Solo de Clapton.
Los tacos en el parquet,
esos tacos en el parquet…
Gusto a nada, arránquenme la boca,
orejas que flotan a la merced de lo que les toca.
La lengua se seca con el diente rayado,
sólo quiero estar solo, callado.
Y vos también. Cerrá el orto por favor.
Ahora de verdad escucho
tacos en el parquet…

lunes, 27 de septiembre de 2010

Huevos son huevos

Cara de huevo, la raja del cascarón empieza lejos de esta oración.
El arpa de pelo fue la pared que hizo eco en un diálogo interior.
Cara de huevo, que haya embrión.
Será ahora parte de las historias de cajón.
Lisos, insulsos, arroz de un martes,
sentados entre una gruesa, en un furgón.
Cara de huevo, en la mesa, en posa huevos de intención,
si empezara de nuevo, lo único que cambiaría sería el vagón.
Aborto a la imaginación.

martes, 21 de septiembre de 2010

Abrojo

Las cosas empiezan a mostrar sus poros. Los abren y explotan como la pava silbadora viciando el aire. Y como ves los rayos a través de la nube de humo, lo invisible empieza a cobrar forma. El aire no se solidificó del todo pero hay de qué agarrarse. El mundo se cubrió de velcro y ahora se ríe de la gravedad.
Se ríe de la gravedad que etiquetaba otros momentos. La gravedad de buscarle más razón a los adornos que la de haber inventado la palabra capricho. La gravedad de que la piel muerta que te arranca la fricción del movimiento se extraña pero no se la reconoce empapelando el mundo, todavía con poros.
El velcro da de los mejores regalos y hasta te presta sus ojos.
Y ahí lo ves; un insecto enorme sobre el colchón. Retorcido y aplastado. Como la cucaracha, con el cerebro repartido hasta en sus patas. Hecho de ojos, de vellos levantados, de jugo chicloso. Espera que lo vengan a buscar. Las patas, tiradas al azar, se contorsionan de vez en cuando, se flexionan en espasmos alevosos, se recuerdan constantemente dónde está cada una. El insecto, con cada uno de sus diez corazones, con su cerebro licuado por el cuerpo, con los ojos del velcro caleidoscopiando las paredes sosas, va a mil. Puede estar en todos lados a la vez pero no puede dejar de pensar en quemar sus párpados. Y cuando esto era lo peor tenía la llama seduciendo sus dedos.
Y no para de pensar que nadie nunca va a estar ahí, que no importa lo que se diga porque hubo una vez un plano, un punto de vista, que nada va a describir o a descubrir. Y ahora es un feto abandonado, ensangrentado, con sus historias únicas y su irreproductibilidad tirado en la banquina. Una anotación en el margen del propio notario. Extraoficial.
Y ahora es un pedazo de cohete que se desprendió en la atmósfera. Que vivió romper el cielo, con el celeste impuesto, pero no puede salir del negro. Hasta el día que muestre los poros. Pero los días sólo existen bajo el sol.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Insectario

A un paso de la fuga apunta el haz del foco,
El cepo del síndrome de Estocolmo.
El click de la luz del insectario
Es saber que es imaginario.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

A un paso de la reja patrullan las serpientes,
El cuento del tío menos inocente.
Los botones de diamante negro
Apuntan y dividen por cero.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

A un paso de la fuga está la cámara apagada.
Las sanas picaduras quedan varadas.
Ser la rémora de la ocasión
Parece ser la mejor opción.
Esboza el enigma,
Batalla perdida.

Voy a aprovechar para robar el aire puro
Que corre por esos balcones de letras.
Muy lento hace no con la cabeza,
Se esboza el trazo del enigma,
La sonrisa de la esfinge,
El canto de la trompeta
De la batalla perdida.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El nombre no significa nada

El caballo del triple tirano viene con todos los chiches y el estribo es la rima.
Signo de docilidad. Dominguea sin atravesar nada, solo desfila.

El ostentoso del bosque que quiso más y se hizo árbol de navidad, ya no es parte de él.
Mucho para describir pero poco por contar. Pocas cosas que no se puedan ver.

No había muescas suficientes en el caballo salvaje. Talló escalones en el cuero.
Perdió forma y sangre. Taló sus patas, su esencia, y cayó al suelo.

Fallan las anteojeras y se destapa el panorama. Acribillado de señales, el velo se desangra.
Riegan la tierra los escombros de la mentira. Exponencialmente crece la calma.

La terapia de enterrar las herraduras, respuesta al insulto de los repuestos.
Fundirse con las lenguas de lija, la sana erosión de estar expuesto.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Una burbuja

Soplando jabón esculpí el otro lado.
Con cimientos enterrados en el sueño,
la acrópolis, siempre donde tiene que estar,
fuera de alcance pero creo que puedo.
Los templos brillantes esperan vacíos
que siga su rastro de olor a nuevo,
que tire mis días por la borda,
que vomite todo el peso
Vuela la capa de polvo que corta la señal,
se vela el rollo y me enrollo en satén.
Brillo, terso, lejos del mal, de imaginar.

Soplando jabón me fui alejando.
Abducido por el grillo omniprescente,
que es cordón umbilical a una fosa común.
Con más periferia de la que se debe
se diluyen en agua los sentidos
y dejo que la gravedad me lleve.
Tiro mis días por la borda
a costa de que se eleve.
Vuela la capa de carne que corta la señal,
se vela el rostro y no quiero comer.
Brillo, terso, lejos del mal, de imaginar.

Soplando jabón me fui vaciando.
Se fueron moldeando esos gramos sobrantes,
que fueron luz propia y ahora sé reflejar
junto al sueño de otro más importante.

martes, 31 de agosto de 2010

Punto seguido

A veces, mientras la sombra se estira sobre ese piso de goma gris, pintando de sombra esos caños cada vez más estudiados, la ronda de mates del día se pone en el papel de ábaco y descubre tanto que hace querer devolver. Hoy hablan para decir que están de paso y nada más. Paulatinamente se van universalizando, para su fácil comprensión y almacenamiento, sus rasgos cada vez menos prominentes. Y es que en pos de mantener un linaje se sacrifican tantas larvas que nadie come los cimientos, entonces crece cortando el cielo una pila de celdas vacías. Y a la vez que la arena se vuelve más impenetrable, los pies pierden filo y se vuelven caldo frío; débiles, inútiles. Atados a un gráfico desproporcionadamente alto, hipersensibilizados a los aleteos de criaturas mínimas, no les queda otra que pasar de página y esperar que la siguiente baldosa, por lo menos, sea de otro color.
La sombra se atrinchera en el fondo de las zanjas que solían ser río y cable del suelo ahora irreconocible. Las nubes pierden la forma por tanta vuelta sin explosión, hasta el punto de anticipar el patrón, hasta volverse entramado, hasta que el viejo exiliado que vive entre chatarra de otros pierde la capacidad de asombro y se rinde, oxidado.
Mientras tanto, la torre estira el cuello. Quiere besar el castillo en el cielo que parece cada vez más cercano. Canta antes de tiempo; baña de luz los pisos plásticos, que se derriten y mutan en la pesadilla líquida desequilibrante, aturdidora y cruel para con todos los sentidos, que burbujea burlas y no se cansa de repetir lo tarde que es. Sólo seca y deja al mando a lo único peor que ella cuando se disuelve en jugos la lección.
Y el réquiem de esa falsa pasión de una vida desperdiciada resuena más allá del campo de gravedad, más todavía después de apagada una verdad; vibra y rompe dientes en el próximo escalón, en otra habitación. Y en forma de alta frecuencia traspasa e inquieta, produce un algo. No hay descanso. A cada trago real se hace más nítido, pierde lo críptico.
El cuenco, mientras se vacía, revela mundos escondidos, otros rayos de la rueda hoy ensombrecidos. Pero gira. Las cimas de plástico no resisten una vuelta completa, despegan rápido y no muy lejos del planeta se rinden para llover pero no en línea recta.
Gotea el ácido sobre la próxima era. El viejo se levanta, se lava el óxido con la tormenta. Sin embargo no se lamenta, hoy empieza.


jueves, 26 de agosto de 2010

Apuntes

Algún día voy a aspirar las paredes,
y de las furiosas redes
de las entrañas de la aspiradora,
voy a sacar de a una las notas.

Después de que levantes la primera,
una mañana, a tu puerta;
y después de que te comas muchas migas,
vas a saber el gusto de la que se aproxima.

Espero que toques el hombro más inesperado,
que me crispe, sobresaltado.
Después de tanto pensar en el viento
ya creía que se había borrado.

Recién ahí va a empezar el cuento,
digeriste pistas según tu punto de vista.
Y el sueño ácido que debería haber sido
va a esperar a nacer solito.

Sorpresa

No paraba de mirar para todos lados.
Ni tiempo para ver dejaba.
Cero puntos ciegos, sin distracción, desesperado.
Pero insoportable.
Se colgaba de la reja, gritaba,
¿Donde está?¿Por qué tardaba?
Dijo que tenía una sorpresa.
Había estado en ese lugar esperando una eternidad.
Se dio vuelta un rato, miró la huerta,
los arcos, y ya lo esperaban en la puerta.
La sorpresa es sorpresa,
comentémosla el lunes.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Cascada de fichas

Un día sintio luchar en su nariz a los otros aires.
Viviré en una cascada de fichas pero creo ser feliz, dijo.
Salió corriendo. Sabía que, o empujaba y tiraba,
o esperaba a que apareciera alguien más cerca de la pared.
Todos seguían camino cuesta abajo,
en una sincronía perfecta, ¿Improvisada?
Es lo que se dá. En realidad eran sólo empujones.
Pero... ¿El último envión Dónde empezó?
¿Donde terminan los hombros?¿O más atrás?
Como para que entiendas...
Brazos fantasmas atan manos con espaldas,
y en cadena creen tirar de la más profunda de las anclas,
pero sólo son una recta en un pozo sin fondo.
Mientras, llueven fichas.
Buscando trepar por la lluvia, arañó la forma
y se volvió gota. Una entre muchas,
nadó siempre con su grano a cuestas.
¿Otra historia de estas?
Bueno... cayó, vio la luz; y cuando estaba por entrar,
de nuevo, desde el cielo, no reconocía nada.
Al final, en un cajón de una mesa ratona, se oxidaba.
¿Al final?

sábado, 14 de agosto de 2010

Lo mismo

Una piedra que tiró un marciano alguna vez,
que llegó a orbitar a la luna de la tierra del sol,
vino a decir que da vueltas en torno a sí
algo que nunca vamos a ver;
y que de alguien escuchó,
que el sol arrastra todo bajo su luz
por su propio camino, en falso espiral,
alrededor de un satélite de un "hijo de"

domingo, 8 de agosto de 2010

Tomá

hay vida en este planeta.
los verdaderos ojos
nos cuentan como ovejas,
y pasamos uno y otro,
tan palpables e insensibles.
lejos del templo
sobran los imposibles
y nunca alcanza el tiempo
para hacer algo con tu vida,
y la das por perdida
cuando ves desde lejos,
que mientras buscas otros reflejos
se te derrite el espejo.
y te das por vencido
cuando ves que tenés mil caras,
no crees haberlo merecido
aunque de eso tengas ganas.
apagá una tras otra las radios
hasta que quede sólo una
apagame también a mi
y deja que hable la luna:
existe el silencio,
el azul nacido en libertad,
es verdad, somos masa en el vacío.
nada es claro, pero estamos.
la sincronicidad te llama.
te dice al oído
que no eches a perder tanto
y que sepas escuchar tu llanto
tan lejos desde donde estás.
Callá todo y fijate
si te estás llamando.

sábado, 31 de julio de 2010

Colección Otoño-invierno

Me recluyo y acoso tu figura hirviendo
buscando siempre la trama perfecta
para el retorno glorioso
de un perro que nunca existió.

viendo el mundo desde mas arriba,
siendo parte de otra vida.
hacer y no pensar en pensar;
tomar, no desear, eso seria.

pero algunos somos de maceta
y aunque el mismo aire nos mueva el pelo
y nos piquen los mismos revuelos
no hay misma tierra ni mismo cielo.

cree que hace poco me di cuenta
que aunque tus ojos lo desmientan
y una sombra libre disfrace tu piel
no todo es como se cuenta

podes querer estirar tu rama
directo a tu maceta mas cercana
y hasta a veces podas tus manos
por una causa que crees noble:

crees que tus brazos de roble
todo lo que tocan lo destruyen,
y así tu tierra es tu maceta
donde estaban todos, donde todos huyen.

domingo, 25 de julio de 2010

Ramble on

Sobreexigida, cansada de que abuse tanto de ella como si fuese su juguete favorito de turno, pide de rodillas que la deje refugiarse en la acogedora sensación de flujo. Ruega porque los pálpitos, las ideas y las expresiones no dependan de ella por un rato, para dejar que la tomen de la mano y la lleven a pasear por los reconfortables campos de lo esperable, donde el horizonte es sólo un fallo de la memoria. Él busca convencerla de la belleza del juego eterno, busca que ame el privilegio de su condición (o mejor dicho, no-condición). Ella puede hacer de cuenta que es dios, puede volver el cuarto de juegos un plasma infinito, estirar la mano y tirar del horizonte que quiera, para ver que sin darse cuenta creó otro. Quiere hacerla entender que el flujo no existe; que no pesa, no mide, no quema ni duele; no es, pero puede asomarse en ese juego eterno, en dejarse ser.

miércoles, 21 de julio de 2010

Al espejo

Dirigiendo al jarro, desde millones de años luz de distancia, un navegante es audiente de la novela de la rutina. Siente los impulsos a través de cables con temperaturas y sensores de presión, y así, casi dirige la acción. Pierde el control cuando deja pasar un segundo sin actuar; es que, a veces, le parece como si existiera una especie de delay. ¿Y el eco? Le llega, como si sonaran en una catedral, tañidos que llegan adentro suyo, hasta su zona abisal. Y Lo aturden, junto con los repiqueteos del planeta que más ve, los tañidos de planetas menos civilizados mediante más se alejan del planeta clave. A mayor distancia, menos civilizados; a mayor distancia más débiles sus tañidos. Lo mismo ocurre del otro lado de la órbita pero a mayor distancia, más civilizados; a mayor distancia, más débiles sus tañidos. A veces se deja guiar por los tañidos y la interferencia de esos planetas, pero sabe que si pasa eso, el planeta clave se descuidará y degradará. Cada tanto olvida esto, que es la norma principal de su misión, pero de tanto en tanto vuelve a poner los controles donde debían, retoca para emparejar al planeta clave y lo deja como está. Cada tanto olvida que está parado donde ve en la novela que siempre mira, oyendo voces de millones de kilómetros de distancia, y que no tiene tubos que lo distancien de la textura del mundo. Olvida que se siente en una galaxia lejana cuando está en realidad sentado en otro lugar. Olvida que así puede seguir muchas novelas para así poder estar en realidad parado en cualquier parte del todo. Recorre el universo olvidando, y a la vez viviendo diferentes vidas a través de su pantalla para cada tanto volver a situarse en su novela favorita, su amor de la vida reciclado que siempre vuelve para hacerlo querer refugiar en sus otras vidas plásticas. Y todo esto ve el navegante cuando mira su verdadera nave reflejada en los portales al otro infinito. Y el navegante sólo fue una novela de turno cuando alguien situado en su propio planeta clave, se miró al espejo.

Ser

Si te dijera que puede que muera
cualquier día, en cualquier momento,
y que a fuego lento yacen estampidas
que abrazo el calor contento
y que él abraza mi intento,
¿Qué pensarías?

Si cortaras en dos mi mirada,
entre perdida y amamantante
de significantes, creo que verías
que me ciega el turbante,
donde el ser se alza triunfante.
¿Escaparías?

lunes, 19 de julio de 2010

Los sueños del sapo

Y de repente desesperado pensás:

¿Hasta cuándo voy a poder seguir hablando para nadie?
¿Hasta cambiar un discurso
y recordarlo como absurdo?
¿Hasta quedar en silencio
hablando muy bajo y para adentro?
El motor sigue corriendo
y no sé cuánto tarda el tiempo
Algo te va a comer
y corrés y corrés.
No es de fiar el encanto del sueño.
Mi voz lo dice, no hay dueño.
Rendite en mis brazos y sabé
que ya no hay nada que temer.

domingo, 18 de julio de 2010

Uno

Tal vez, sin una visión de la forma ideal que busco al escribir, me sea más fácil remontarme. Y tal vez, sobre la marcha aparezca como de la nada o en el último punto, dándole sentido a todo lo que hasta ese momento venía colgado de la nada. O simplemente quiera llevar una bitácora de la vida de bichitos que comen y comen de a poco mi consciencia.
¿Dar forma o seguir?
¿Qué pasará cuando uno rompa con el aire? Su respiro de alivio podría confundirse con la explosión del único agujero en un globo a punto de estallar. Como un estornudo. Imposible cerrar los ojos. Y mientras, las partes se van pegando a palabras, traduciéndose en códigos hablados en ésta dimensión, la de la realidad. La verdad será otra cosa. Será sólo una palabra usada para definir lo indefinible. Una muy precaria cárcel de letras para una avalancha de silencio. Y, desesperada, intenta encerrar entre sus seis letras a un ente de la otra dimensión, esa que sólo quiere que arañemos desesperados su superficie, casi burlándose por no encontrar la forma de hacer entender que hay cosas que estarán sumergidas por siempre, lejos de manos que se asirán desesperadas hasta que se comprenda lo bello que es lo inefable.