viernes, 8 de octubre de 2010

El árbol de Teneré

En medio de la nada, vive con el orgullo de un grano de la espalda, con la modestia de un lunar, con la magia de una luz roja en el borde del punto de vista. Ya el mal de ojo puro del sol es inocuo. Aunque todos los ojos que pasan por el ganjes estén igual de apagados, son como el agua del vaso de plástico en la que se lavan los pinceles. Y reposada el agua, sin agitarla, vuela. Pero en el ahora siempre hay agua. Esa acacia la consigue a espaldas de un sol sin espalda.

Según entendia, hasta donde el polen podia ir y volver como para contarle, el viento le llegaba puro, y la sombra era un reloj, y no sabia lo que era un reloj.

Según entendía estaba solo. Y si algo sabia era que lo peor es estar solo, sentirse solo. Será una retroalimentación. Será que existir es algo que se debe justificar con la existencia misma. Hasta la nada, que sí existia, aunque sea solo para ahogar su polen en el mar de granos de arena sin cara, venía con instinto de supervivencia. Por lo menos había Némesis, por lo menos había simbiosis. No le chillaban los dientes del ruido interminable, no tenía dientes. Pero el pitido no paraba, era la luz de un corral y no sabía por qué pero lo hacía comer más y más maiz hasta reventar.

Reventaba y era un invierno nuclear. Destrucción, el silencio posterior a la destrucción, viento seco y muerto lleno de nada. Paz. El big Bang es un espasmo en las manos del crupier, llueven cartas. Antes eran reversos rojos en las manos de alguien que conspira, ahora están expuestas. La cura para el vertigo cronico insoportable de la pelicula empezada era ese big Bang.

La lluvia se congelaba mucho antes de caer y la podía ver. O eran granos de arena que pudieron mas. Vio que había un pelado con un bulldog tan solo como el, escucho historias de la boca de los fondos de los vasos, un sauce llorón en una carcel de un metro cuadrado pintado de blanco, y hormigón relamiéndose de solo pensarlo. Había gatos cruzando medianeras sin pensar, sin poder pensar. Habían cosas de espalda, cosas flacas, cosas blandas, ojos cerrados que ven dibujos de neón, dibujos de neón diciendo que son nubes de la imaginación, nubes grises con bordes blancos y brillantes que nunca llegan y van hacia él. Y un fondo negro. Sin la rugosidad del lado interior del párpado, sin la invasividad de la oscuridad, sin la heterogenia de cualquier negro artificial. El negro es ausencia, es sabido.

Lo que no es sabido es la ausencia.

Y así pasa el día un árbol con nombre propio.


1 comentario:

  1. che me encanto. y me hiciste cerrar los ojos para ver los dibujos de neon

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