lunes, 19 de julio de 2010

Los sueños del sapo

Y de repente desesperado pensás:

¿Hasta cuándo voy a poder seguir hablando para nadie?
¿Hasta cambiar un discurso
y recordarlo como absurdo?
¿Hasta quedar en silencio
hablando muy bajo y para adentro?
El motor sigue corriendo
y no sé cuánto tarda el tiempo
Algo te va a comer
y corrés y corrés.
No es de fiar el encanto del sueño.
Mi voz lo dice, no hay dueño.
Rendite en mis brazos y sabé
que ya no hay nada que temer.

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